viernes, 26 de diciembre de 2008

¿Cómo se "construye" un sol?


Las palabras nos comunican ¿Pueden, además, como la chispa, incendiar una llanura? ¿Qué podrán hacer las palabras en un mar encabritado donde el viento y la lluvia azotan la galera?


Los vocablos dicen y no dicen. Al fin de cuentas, convenciones, significan algo para aquellos que previamente se han puesto de acuerdo. Los acuerdos cambian: en la década de mil novecientos treinta, allá cuando mis padres se conocieron, “hacer el amor” era enamorar, de lejos, coqueteando o galaneando, según; ahora hasta un niño de diez años entiende otra cosa por “hacer el amor”.


“Construir un sol acá abajo” ¿Un sol lo puede o pueden “construir” alguien o muchos? ¿Un sol se “construye”?, ¿se hace?, ¿se forma? Las palabras dicen y no dicen y expresan o no lo que pretenden. Las usaré queriendo decir algo. Le dirán al lector lo que el lector quiera entender.


¿Cómo se construyó el sol, el sol físico que nos alumbra? Nadie sabe a ciencia cierta, pero los astrofísicos tienen teorías. Una de ellas dice que en aquella nube fría de átomos dispersos, resultado de la explosión de una supernova y que siempre había estado en movimiento, algunos átomos empezaron a juntarse. Esa reunión hizo que la masa de la bola aumentara. Por suerte Newton nos avisó que a más masa más atracción. Ese colectivo de átomos empezó a atraer más átomos, y más, y más, hasta que fueron tantos que su gravedad inició las explosiones atómicas: estaba naciendo el sol.


Los mexicanos somos eso: una nube dispersa en la que cada día sus individuos están más lejanos; la nube está fría; de vez en cuando – muy de vez en cuando – se enciende una hoguera en algún sitio, simple chispa que los vientos airados apagan con rapidez; la nube se desmorona frente a nuestra impotente individualidad; hasta el recuerdo de la última supernova se está perdiendo, no del todo: aún cabalga Pancho en la mente de muchos de nosotros y Emiliano se alza con sus reclamos en lo más sano y más radical de quienes están recuperando la tierra en la que se asientan.


¿Quiénes seremos capaces de contribuir conscientemente al nacimiento de un nuevo sol? Un sol que al encenderse barrerá lo indeseable, pero con ello también lo amado …

3 comentarios:

Botica Pop dijo...

yo prefiero pensar, en vez de en un sol, en un meteorito en yucatán (¿y si se acaba el mundo?).
Ah, mejor lo del meteorito porque amo a las musarañas...

Bogador y caminante dijo...

Botica:

La luz no nos llegará de afuera. Tendremos que encendarla nosotros mismos.

El apagador (en este caso encendedor) sólo está en nuestras manos.

Bogador y caminante dijo...

Botica:

... y cuando se encienda esa luz (con explosiones atómicas, como en el sol) sólo las alimañas pequeñas, peludas, feas, actualmente alimento cotidiano de los dinosaurios carnívoros, pero que con gran amor cuidan a sus crías - es decir las musarañas - serán los sobrevivientes que ...