jueves, 20 de noviembre de 2008

Desde su piedra solitaria

El remero -posmoderno y viviendo en el ciberespacio- se muda repentinamente de una galera pétrea a una roca solitaria, batida por el temporal. Sigue remando. Busca las estrellas y los sueños escondidos detrás y piensa, piensa, piensa ...

Cuando gritó en la galera "¿No quieren ningún gobernante?" lo hizo en español, y la respuesta la recibió en el mismo idioma, pero dicha por personas que tienen otra lengua materna: tzotzil, tzeltal, tojolabal, chol o algun otro hablar maya. De hecho la frase fue labrada en esas lenguas con el trabajo colectivo y el intercambio reflexivo de quienes piensan en ellas ¿Cómo la forjaron su hacedores? ¿Qué matices adopta en sus lenguas originales?

El pensamiento vuela más allá de las estrellas, que por el momento no se ven, pero ahí están, y concluye para sí: la respuesta que recibió en la galera quiere decir lo siguiente, escrito en una traducción muy libre: "Queremos que el que nos mande nos mande obedeciéndonos". (¿Estudiaron dialéctica esas personas?)

jueves, 13 de noviembre de 2008

Intercambio de voces

- ¿No quieren ningún gobernante? - gritó el galeote.

- Queremos que el que mande lo haga obedeciendo - respondió el murmullo desde el fondo de la cala.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

¿Murmullos?

El galeote del que hablamos lo es por su voluntad. Estar de pie sobre el banco de piedra es su propia elección. No tiene grilletes. Nada lo amarra. No abandona su lugar. Entre los otros remeros hay muchos forzados. No saben o no pueden abandonar el puesto. Los hay resignados. Muchos se rebelan, al menos en su interior. Algunos sueñan con llega a cubierta y participar en el mando del navío. Eventualmente uno o dos lo logran y suben para ser mozos arriba. A veces hasta creen participar en el mando.

Pero allá, en el fondo de la galera, desde el rincón más oscuro y profundo, se levanta un murmullo. No, es un coro. Son voces en lenguas extrañas. Se oyen porque han sido precedidas, hace ya tiempo, por un canto de guerra. Ahora parece que se están callando. Pero no, el canto también se hace en español. Lo entonan galeotes que han nacido tales y han decidido seguir siendo remeros de pie, libres, dignos. Sus voces morenas aclaran que no quieren subir a gobernar. Desde sus puestos, con sus remos, impondrán la dirección a la galera. Habrá que destruir timones que imponen direcciones no deseadas. El coro invita al resto de los galeotes a que se les unan. Pocos aun, pero los hay, intentan acompasar sus remos al ritmo de los que allá, en la oscuridad, desde lo profundo de la cala, señalan nuevos rumbos a los bogantes del barco.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Desde un banco de galera

El galeote rema de pie. La nave de piedra parece no avanzar. Afuera la oscuridad hace que la tormenta parezca más terrible. Galeote por propia voluntad el navegante no abandona el puesto. Siente junto a él a sus compañeros de brega. Sabe bien que está bajo cubierta. Los de arriba son los que dirigen la galera. A los de allá no les importan los galeotes, pero son estos quienes mueven el barco.

La voz de los que están en los remos, si alguna emiten, no la oyen ni los que bogan al lado ¿Deberán los que reman preocuparse por los de arriba? ¿No será mejor que se ocupen de conjuntar los murmullos individuales para que la voz común se escuche fuerte? ¿Cómo hacer de cada suspiro un grito colectivo? He ahí un gran reto. No el único. Vendrán más desafíos.