domingo, 9 de noviembre de 2008

Desde un banco de galera

El galeote rema de pie. La nave de piedra parece no avanzar. Afuera la oscuridad hace que la tormenta parezca más terrible. Galeote por propia voluntad el navegante no abandona el puesto. Siente junto a él a sus compañeros de brega. Sabe bien que está bajo cubierta. Los de arriba son los que dirigen la galera. A los de allá no les importan los galeotes, pero son estos quienes mueven el barco.

La voz de los que están en los remos, si alguna emiten, no la oyen ni los que bogan al lado ¿Deberán los que reman preocuparse por los de arriba? ¿No será mejor que se ocupen de conjuntar los murmullos individuales para que la voz común se escuche fuerte? ¿Cómo hacer de cada suspiro un grito colectivo? He ahí un gran reto. No el único. Vendrán más desafíos.

2 comentarios:

El Loco Vagabundo dijo...

Hay veces en que un murmullo hace más daño que un grito a voz en cuello.....

Botica Pop dijo...

Los galeotes de tu alegoria ¿están atados a los remos?
Piénsalo bien, bogavante: ¿están atados o piensan que lo están, o son hombres libres, todos ellos?.

No sabes cuánto.