Desde España recibo la noticia, con enorme gusto y agradecimiento, de la publicación del libro “Magonismo. Utopía y Revolución 1910-1913”, que lanza la editorial Aldarull Edicions para celebrar el centenario de la revolución mexicana.
Conozco la obra por múltiples referencias, aunque no la he leído.Para los mexicanos de izquierda los hermanos Flores Magón siempre han sido una referencia cercana y entrañable. Para muchos conocidos y amigos míos lo poco rescatable de la revolución mexicana son precisamente sus escritos y planteamientos. Mi visión va más allá. Afirmo que la revolución mexicana está muy lejos de haber sido una clásica revolución liberal burguesa, aunque esté a igual o mayor distancia de haber sido una revolución socialista.
A pesar de ello la revolución mexicana aportó grandes triunfos que todavía permanecen y que la brutal embestida del capitalismo global no ha podido revertir aún en México. Si bien algunos de los triunfos de la revolución no permanecen ya en seno del movimiento obrero, como hubieran querido los hermanos Flores Magón, sí se lograron triunfos gracias a la influencia que su obra tuvo en muchos revolucionarios. Son al menos tres los triunfos a los que me refiero. Se conservan a pesar de la enorme presión que actualmente sufren para que desaparezcan y a pesar del retroceso real que están teniendo dos de ellos. Los triunfos a los que me refiero son la educación laica, obligatoria y gratuita y la propiedad de la nación, es decir propiedad colectiva o social, del subsuelo. Estos dos triunfos revolucionarios están sufriendo derrotas actualmente. La propiedad del subsuelo, si teóricamente todavía no es atacada, en la práctica es la que más presiones tiene para que se le arranquen al pueblo sus beneficios, me refiero a todo lo que tiene que ver con el petróleo y su gas asociado.
El tercer triunfo, aunque actualmente reporta pocos beneficios a los pobres de México, es fundamental para hacer posible en el futuro la formación de un sistema de producción no capitalista. Se trata de la propiedad de la tierra agrícola que desde el punto de vista jurídico y desde su dominio numérico es mayoritariamente colectiva, siendo minoritaria la propiedad privada de las tierras de labor y casi inexistente el latifundio agrario.
Aquí me permito narrar una contradicción histórica: el más exitosos personaje de los primeros años de la revolución, el general Francisco Villa, siendo apenas jefe de unos pocos hombres, después de la toma de Ciudad Juárez que determinó la caída de Porfírio Díaz, sorprendió y desarmó a los batallones magonistas que habían participado en la toma de la ciudad. Sin embargo fueron los hombres de Pancho Villa al norte de México y los de Emiliano al sur los que, con las armas en la mano, obligaron a Venustiano Carranza a aceptar los avances populares más drásticos de la revolución. Avances que con ese apoyo armado defendieron e impusieron en la carta magna de 1917 algunos constituyentes definitivamente influidos por los pensamientos de los Flores Magón.