He leído en un blog hermano un discurso de Patrice Lumumba, que el autor del blog cataloga como “inocente y candorosos”
Esa lectura me ha hecho reflexionar e investigar un poco.
Mi primera reflexión: ¡Qué ignorantes somos acá, en América Latina –o al menos qué ignorante soy yo– sobre todo lo que se refiera a África! Esto es grave. Somos regiones con un pasado colonial semejante y sufrimos en el presente un nuevo colonialismo, con características diferentes al pasado pero con resultados idénticos. Deberíamos conocernos y unirnos para derrotar al imperio que día a día nos hunde más en la miseria económica, política, cultural, ideológica.
Confieso mi ignorancia: No sabía que esa región de África había sido conquistada en el siglo XIX, alcanzando su independencia apenas en 1960. Cierto que doscientos años de independencia en América Latina nos han dado características diferentes a las de las naciones africanas que con sólo cincuenta años emancipadas en lo político tienen guerras internas como las que hubo en México durante esa misma cantidad de años en el siglo XIX.
Pero el inocente discurso de Patrice Lumumba me permite ver otra realidad: Los países de América Latina se independizaron casi todos alrededor de 1810 y 1820. La independencia fue principalmente política. Conforme el capitalismo fue creciendo y afianzándose en Europa, Japón y Estados Unidos nos volvió a conquistar como colonia económica, ejerciendo su eficaz labor de saqueo, desde materias primas hasta cerebros y todo tipo de fuerza de trabajo. Cuando en 1960 el Congo dejó de ser colonia de Bélgica, el capitalismo estaba más que consolidado y es el que sigue controlando a la excolonia. Esto no lo sabe ni lo barrunta Patrice, según nos permite ver su inocente y candoroso discurso y así seguimos siendo colonia tanto las naciones africanas como nosotros en América Latina. En ambas regiones el saqueo y el despojo ejercido por el capitalismo global es enorme.
La naciones de África, de América Latina y muchas de Asia tenemos un enemigo común: el capitalismo global. Debemos unirnos para aniquilarlo.