La sociedad mexicana, el pueblo en general, los mexicanos que no somos ni grandes empresarios ni su séquito, ni políticos, ni funcionarios de puestos encumbrados, ni burócratas de elevados ingresos -más de $30,000.00 mensuales, digamos-, ese pueblo, esa sociedad ¿se puede decir que ya no tiene espacios reales y efectivos de acción ciudadana e influencia sobre la cosa pública, más allá del voto en las próximas elecciones?
Parece ser que muchos así lo piensan. Pero la terca realidad demuestra que las teorías que no brotan de su atenta observación casi siempre se derrumban solas.
Hace muy poco las autoridades educativas suprimieron la filosofía y materias afines de los programas de estudio del bachillerato. Ayer apareció la noticia de que dan marcha atrás ¡Qué bueno que lo hacen! pero lo importante no es eso. Se retractan porque la acción ciudadana, sin un solo voto electoral, sin casillas con mamparas, sin IFE, sin TEPJF, sin boletas, sin recuentos, arrinconó a los "gurús" de la educación que ¡qué bueno! -les aplaudo- se han visto obligados a rectificar.
¿Cómo podremos arrinconar a los arriba en otros terrenos? Es seguro que el pueblo encontrará las formas. Ya lo hizo hace años, cuando detuvo la construcción de un aeropuerto, acción que más tarde empujó a los arrinconados de entonces a vengarse en forma deleznable. A pesar de esa venganza, la movilización actual -no física ni con machetes- obtuvo otro triunfo. Y el pueblo seguirá teniendo triunfos, que siempre serán parciales, pero vendrán, tarde o temprano vendrán. Y no por casualidad, si no por la lucha de la sociedad, o parte importante de ella. No es pues el voto electoral el único terreno que nos queda. En ese terreno del voto electoral yo digo: cada ciudadano tiene el derecho de elegir entre votar por uno o por otro entre los muchos candidatos, o anular el voto, o no votar y tan válida es una opción como otra. Sí, tan válida es una opción como otra (aunque a ratos pienso que esa validez es mínima. Tentado estoy a decir "muy mínima", aunque eso sea un atentado al buen decir) Además, como el voto es secreto yo no voy a decir por quién voy a votar, no si voy a anular mi voto o si no voy a votar. Dejemos lo secreto en el secreto.