He leído que hay una foto famosa -no la he visto- dónde un hombre se enfrenta a un tanque de guerra con un tubo como única arma ¡Todo un símbolo de entereza y decisión humana que lucha por algo de lo que está seguro! Un poema de dignidad que no faltará mientras sigan vivos seres humanos en algún rincón del planeta.
Sin quitar un punto de heroísmo al hecho, todos sabemos que esa arma -el tubo- no tiene ninguna eficacia contra el tanque. Es la decisión, la entereza humana, el valor y la dignidad lo que derrota al acorazado, no el arma que el hombre lleva en las manos. Lo mismo sería, aunque no tan espectacular, que el rebelde se enfrentara a la máquina con una espada.
¡Y la espada ha sido un arma de lucha eficaz durante largos siglos de la historia humana!
Hace treinta años defendí, junto con miles de compañeros que formábamos en las mismas filas, el principio de que "el voto es un arma de lucha". Sigo afirmando, sin duda, que lo era, y muy importante. Cometimos el error de privilegiar esa arma, casi como la única, y ese fue un factor de la derrota y disolución de aquellos batallones.
Pero los tiempos cambian como han cambiado siempre. Si hace treinta o treintaicinco años el voto era una arma más de lucha, importante pero subordinada, hace cien el pueblo de México se convenció, con toda razón, que aparte de símbolo -tubo frente a tanque- el voto -sufragio efectivo le llamaron- no era un arma útil y lo cambiaron por el caballo, el tren, , las cananas, los treinta treinta, los postes de telégrafo y las cuerdas de lazar o cualquier otra. Si con esas armas no se consiguió una victoria completa y perfecta -lo perfecto no existe- sí se lograron triunfos que perduraron ... y aún perduran -por estos días voy a jubilarme con la ley del Seguro Social.
Ya no digo más. O, bueno, sí, un poco. Respeto a quien se opone al capital, en México, con un voto en la mano. En algunos casos admiro su entereza, su ánimo porque no renuncia a la batalla, pero hoy, en el año 2009 y en este país, afirmo sin dudarlo un segundo que el voto, como arma, actualmente no sirve para nada, como tampoco sirven los postes de los celulares ni los caballos de los carruseles ni el ferrocarril de Chapultepec para derrotar al capitalismo.
El reto es encontrar las armas adecuadas ¡Admiro a quien las busca!
Sin quitar un punto de heroísmo al hecho, todos sabemos que esa arma -el tubo- no tiene ninguna eficacia contra el tanque. Es la decisión, la entereza humana, el valor y la dignidad lo que derrota al acorazado, no el arma que el hombre lleva en las manos. Lo mismo sería, aunque no tan espectacular, que el rebelde se enfrentara a la máquina con una espada.
¡Y la espada ha sido un arma de lucha eficaz durante largos siglos de la historia humana!
Hace treinta años defendí, junto con miles de compañeros que formábamos en las mismas filas, el principio de que "el voto es un arma de lucha". Sigo afirmando, sin duda, que lo era, y muy importante. Cometimos el error de privilegiar esa arma, casi como la única, y ese fue un factor de la derrota y disolución de aquellos batallones.
Pero los tiempos cambian como han cambiado siempre. Si hace treinta o treintaicinco años el voto era una arma más de lucha, importante pero subordinada, hace cien el pueblo de México se convenció, con toda razón, que aparte de símbolo -tubo frente a tanque- el voto -sufragio efectivo le llamaron- no era un arma útil y lo cambiaron por el caballo, el tren, , las cananas, los treinta treinta, los postes de telégrafo y las cuerdas de lazar o cualquier otra. Si con esas armas no se consiguió una victoria completa y perfecta -lo perfecto no existe- sí se lograron triunfos que perduraron ... y aún perduran -por estos días voy a jubilarme con la ley del Seguro Social.
Ya no digo más. O, bueno, sí, un poco. Respeto a quien se opone al capital, en México, con un voto en la mano. En algunos casos admiro su entereza, su ánimo porque no renuncia a la batalla, pero hoy, en el año 2009 y en este país, afirmo sin dudarlo un segundo que el voto, como arma, actualmente no sirve para nada, como tampoco sirven los postes de los celulares ni los caballos de los carruseles ni el ferrocarril de Chapultepec para derrotar al capitalismo.
El reto es encontrar las armas adecuadas ¡Admiro a quien las busca!